jueves, 5 de octubre de 2017

QUINTA DO PRADO VERDE (Vilar Formoso/Portugal).

Por todos es sabido que Portugal sigue siendo ese tesoro que guarda tantas joyas, donde siempre hay un descubrimiento en nuestro país hermano, donde la sencillez se desenvuelve bien para atraer a tantos visitantes en los que muchos se sorprenden por dichas joyas  como son sus empedrados pueblos en esos enclaves únicos entre montañas y laderas, valles y llanuras y a un lado esa línea salada que recorre de norte a sur su océano Atlántico, tan presente e importante como esa otra línea que divide España de Portugal, al día de hoy una línea simbólica.

Años atrás rebasar esa línea parecía algo impensable, hoy la rebasamos sin mas a cualquier hora, tantas veces como queramos de un punto a otro.En esos pueblos fronterizos, de un lado y otro, por siempre quedarán esas historias de tiempos pasados, donde el estraperlo estaba tan presente y de aquello ya solo quedan los recuerdos, amargos recuerdos como el negro café.
Algún paso fronterizo que sobrevive a duras penas al paso del tiempo, donde por mucho que queramos imaginar, no podemos hacernos a la idea que noche tras noche tantas personas se dejaban la vida allí, en aquella anarquía fiscal del contrabando, motivo por el cual, por ese hambre que nos asoló a un lado y a otro de la frontera, nos hermanó a ambos paises.

Bien, cada vez que puedo me gusta escaparme a Portugal, rebasar esa raya para adentrarme en sus pueblos, por estrechas carreteras rodeadas de árboles para entrar en otros pueblos empedrados, donde resulta imposible no de detenerse a disparar tu cámara de fotos ante un viñedo en ese relieve montañoso, en esas casas de campo blancas con rebordes ocre o azules.
Otro de los atractivos de Portugal, bien conocido por los vecinos próximos a la frontera y llegados de tan diferentes rincones, es ese reclamo del arte del buen comer, como sólo los portugueses saben, una cocina sencilla y muy tradicional, abundante y única.
En el paso de Fuentes de Oñoro hay muchos lugares para parar a descansar, para tomar café y otros tantos para comer, unos dicen que vete allí a comer, otros vete allá y la verdad que hay infinidad de sitios y si algo caracteriza a los restaurantes de Portugal es que en cualquier sitio que entres, vas a comer a lo bestia.
Una vez pasado el puesto fronterizo de Fuentes de Oñoro, nos encontramos con Vilar Formoso, entre ajetreo de camiones, turistas desorientados buscando como pagar ese peaje y demás, vecinos que pasan a tomar café a un lado y otros a repostar combustible al otro...
Siguiendo una recomendación, me dijeron que en la QUINTA DO PRADO VERDE se come muy bien, bueno...Pues unos me habían dicho otros tantos, pero digo vamos a ver donde está la QUINTA DO PRADO VERDE y una vez localizado el restaurante allí llegamos.
Sale una carretera que lo indica, no es difícil llegar, es una finca en medio del campo, rodeada de naturaleza y la verdad que empieza la sorpresa.




Una explanada de tierra donde es el aparcamiento, una subida donde un centenario chaparro nos da la bienvenida entre sus ramas.
Al llegar a la puerta del restaurante, una pared con una fuente y un lugar un tanto diferente a lo típico que solemos conocer de Portugal.



Al entrar en el restaurante, le digo a la chica haciendo gala de mis conocimientos de portugués,  que "somos quatro adultos e duas crianças pequenas".
Me responde en Portugués pero con un español casi perfecto..."você tem uma reserva?"

No, no disponemos de reserva porque aunque tenía pensado ir a comer allí pero no sabía si llegaría con hora desde Oporto a Vilar Formoso (235 km).
La chica nos dice que tenemos que esperar unos 15 minutos, los cuales vinieron muy bien para ver las preciosas instalaciones, donde los espacios verdes, hacen de este lugar un sitio precioso, tranquilo y relajado, ideal también para ir con niños.







Una vez dentro, la decoración es tradicional, lejos de modernismos y con una limpieza total y absoluta, sorprendente nada mas entrar, donde la decoración de tiempos pasados deslumbra como insisto, por su limpieza, algo que nada mas llegar ya te da esa seguridad.






Al llegar, voy al baño, hay un pasillo donde hay una habitación donde me encuentro que es una sala de juegos con un billar, ese que ya no ves en ningún sitio y un futbolín un tanto desgastado, pero que sobrevive al paso del tiempo, donde habrá presenciado grandes partidas.




Ya en el comedor, bastante espacioso, bien iluminado y sin grandes lujos, pero con todo lo que tiene que tener para disfrutar de una buena comida, tomamos mesa, y mientras nos traen la carta.





Nos ponen el típico aperitivo (petiscos) de esa costumbre tan portuguesa que muchas veces es mas caro que muchos platos de carta y nos sorprende cuando en la cuenta nos pone "cuberto" y te pueden cobrar hasta 3€ por comensal.
-Una ensalada de garbanzos con bacalao.
-Unas tarrinas de mantequilla (por si todavía alguno piensa que se va a quedar con hambre).
-Aceitunas negras.
-Pan (del de verdad).


Ya sentados en la mesa, nos traen la carta, una carta muy abundante y muy de verdad, sin grandes filigranas como es lo normal de la cocina portuguesa, pero muy completa y extensa.
Este lugar te invita a eso, a la tranquilidad, donde piensas que para estar ahí en medio de la nada, lo tienen muy bien conservado, todo con muchos detalles y con muy buen gusto, donde se crean varios ambientes en poco espacio, donde mientras estás sentado ves por sus cristaleras una piscina y otro espacio exterior donde unos comensales que salían del comedor, deciden tomar el café allí, por lo que en cuanto acabara de comer iba a salir fuera a verlo, ahora toca echar un vistazo a la carta.





Una vez vista la carta, me sorprende que tiene unos precios bastante ajustados, desde los vinos hasta esos postres que los fines de semana puedes comer todos los que quieras como indica la carta"buffet de doces".
Ensaladas, sopas y cremas que en Portugal no pueden faltar en ninguna carta, cuento hasta ocho tipos de bacalhau distintos, me dan ganas de pedir todos, arroces de marisco y el tamboril tan típico igualmente, las famosas cataplanas (que vienen a ser igual que el arroz pero sin arroz), otros pescados y una carta donde tiene ese apartado para los carnívoros que es muy interesante y mas teniendo en cuenta que la carne te la hacen a la brasa.
Los peques que son 2 con un plato de espaguetis para los dos, siguiendo recomendación de la camarera es suficiente, porque luego si quieren picar de algo mas es suficiente, para ellos un plato de espaguettis, mas que abundantes, perfectos.


Una vez que hemos pedido lo que vamos a comer, siendo un tanto retenidos por la amable camarera que nos dice que no pidamos mas, empiezan a llegar los platos:

-BACALHAU À BRÁS (o a la dorada).

Ración de bacalao a la dorada que pueden comer perfectamente dos personas y si es para un entrante hasta cuatro, ración gigante, exagerada pero es que además está muy jugoso y muy bueno, totalmente recomendable.




-ESPETADINHAS DE CAMARÅO (brochetas de gambas).

En este caso, nada de otro mundo, unas gambas en una brocheta marcadas a la brasa pero un poco pasadas, con una ligera salsa de alioli y orégano.



-ARROZ DE MARISCO (2 personas).

Espectacular, te llegan con la perola metálica y te la ponen encima de la mesa.Este es de los lugares que está muy bueno el arroz, porque muchos gozan de esa fama del famoso arroz de marisco de Portugal, pero no en todos sitios es tan bueno como presumen, riquísimo.Arroz en su punto perfecto, el caldo nada salado ni excesivo, bien abundante de marisco y de arroz.La carta indica que es para 2 personas, pero puedo asegurar que nosotros somos de comer bien y comimos y repetimos los 4 adultos.
Momento en el que entiendes, que es mejor haberle hecho caso a la camarera!!!




-COSTELETA DE NOVILHO (Chuletón).

Antes de pedir, nos dice la chica que vienen pesando alrededor de 700 u 800 gramos, pero no importa, lo pedimos.
Carne de ternera bien madurada, hecha a la brasa en su punto, acompañada con una generosa cantidad de patatas fritas de las de verdad y el arroz que de igual forma no puede faltar, hasta en los chuletones.


No queremos postre, bueno si, mi hija creo que se pidió un Mousse de chocolate, los mayores té y yo café solo.
Mientras tomamos el café, entre resoplidos y pases de mano por la barriga, coincidimos todos con la misma opinión...¡ACOJONANTE!.
Le pedimos la cuenta, nada fuera de serie teniendo en cuenta lo que comimos, para mi los precios están mas que ajustados y son mas que razonables, teniendo en cuenta las cantidades.


Le digo a la chica, si puedo tomar el café fuera y me dice que sin ningún problema y me encuentro con esto...
Un lugar que tiene que ser una de esas maravillas en las noches veraniegas, un lugar que invita al descanso de viajeros, un lugar donde te alejas de ese incesante zumbido de motores en ese paso fronterizo, un lugar que si no lo conoces es posible que pases de largo, pero un lugar que como lo conozcas sabes que volverás.









Y tras apurar el café, no queda otra que emprender viaje de regreso.Con ese sabor agridulce del potente café portugués, con esa sensación de que tienes que volver, que siempre que vienes a Portugal es un descubrimiento, siempre hay un lugar que supera al otro y así este lugar, como imagino que otros tantos, van sobreviviendo al paso de los años y solo es por algo, porque son muy buenos, por eso, camino de regreso a casa, pero lo dicho...VOLVERÉ.





1 comentario:

  1. Todo maravilloso,iré este próximo verano,pero por favor no echen cilantro al arroz caldoso
    En otra localidad portuguesa,lo hicieron y estropearon el arroz pues en vez de saber a marisco,pudo más el sabor del cilantro,que es muy fuerte

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